El no y los límites en las marcas

¿Conoces tus límites? ¿sabes decir que no? En muchas ocasiones nos hemos topado con personas a las que hemos tenido que ponerles un límite, o determinar hasta dónde podemos llegar nosotros y hasta donde pueden llegar ellos. Es un tema sumamente complicado porque si la relación que tenemos con estas personas no solo es racional, sino también emocional, nos resulta muy difícil decir que no. Sentimos que tiene un coste perjudicial el negarse a una petición, como si fuera una barrera que no podemos pasar. El decir que no puede asustarnos por el futuro cambiante que se viene, sin embargo, también suele funcionar como un liberador interior, como aquel punto de equilibrio entre tu persona y las diferentes personas de tu entorno. El decir que no es posicionarte ante los demás referente de algo que NO vas a hacer, que NO puedes, que NO quieres, que NO asumes, etc. es marcar una frontera en la cual existen unos límites que nos ayudan a protegernos internamente. A veces resulta difícil decir que no por el temor a vernos vulnerables, pero el poder de la vulnerabilidad nos ayuda a protegernos más de lo que pensamos ya que nos hace más libres. 



Si aplicamos toda la teoría relacional de las fronteras personales al universo de las empresas encontramos que las marcas también tienen límites y también se les puede decir que no (como clientes, consumidores, empleados, accionistas, etc.). Todo va a depender de cuál es la relación que tienes con determinadas marcas y cuál es la influencia que ejerces en ellas. Por ello me detuve a pensar ¿Cómo son las relaciones de las marcas con sus grupos de interés y si existen o no límites entre ambos?

Límites de las marcas

  • Las marcas con los consumidores ¿Cuán difícil es salirse de una compañía de teléfono e irse con otra compañía que ofrece lo mismo? Si la marca no ha establecido una relación con el cliente mucho más allá del plano racional, la respuesta a la pregunta será “me costará salirme el tiempo que me dura mi contrato de permanencia”. En el año 2002 Ridderstrale, J. & Nordstróm, K., afirmaban en Funky Business que: “La sociedad del excedente produce un exceso de empresas similares, con empleados similares y formaciones similares, con puestos de trabajo similares, ideas similares, productos similares y precios, garantías y calidades similares. Y todas ellas compiten entre sí.” Esto significa que los límites que tenemos con las marcas como consumidores van a estar determinados por el lazo emocional y no racional que tengamos con ellas.
  • Las marcas con los empleados ¿Alguna vez se te pasó por la cabeza cambiarte de trabajo porque te había dejado de gustar o de motivar? Incluso obteniendo ingresos económicos muy beneficiosos la motivación en el trabajo tiene un 50% en la parte económica y otro 50% en la parte relacional, de crecimiento profesional y personal. La reducción del churn interno o de la tasa de rotación de personal es un tema de suma importancia en las empresas ya que tratan de retener a sus talentos y que no se vayan a trabajar a la competencia. Los límites de las marcas vuelven a situarse entre el equilibrio racional y emocional. Hoy en día existe "el trabajo por amor al arte” donde la compensación emocional viene soportado por una pasión, unos principios y unos ideales. “No se trata de cuanto me pagas para sentirme inútil sino cuanto de útil me haces sentir en la empresa a través de compensaciones emocionales, económicas, morales, relacionales y de crecimiento”




  • Las marcas con los proveedores ¿Cada cuánto tiempo pagan las empresas a sus proveedores? Algunas pagan a 30 días, otras a 60, otras pagan en contra-prestación de servicios, etc. Sin embargo, los límites de las relaciones de las empresas con sus proveedores a veces no son bien definidos y se termina entrando en una dinámica extraña de compensaciones que no hace bien a ambos. 


  • Las marcas con los inversores/accionistas Cada vez que te has visto en la necesidad de pedir dinero prestado siempre tratas de devolverlo tan pronto como puedas, informas si vas a tener una demora o si puedes anticipar el pago, en fin, dices y haces todo lo posible para cumplir con la ayuda que te están dando. Lo mismo sucede con las marcas y las personas que invierten en ellas. La presentación de resultados, las decisiones estratégicas y demás temas operativos son presentados al accionista para mantener la confianza de su inversión y continúe firme con su decisión de seguir invirtiendo. Los límites están claramente marcados, e incluso los llamados “Inversores Socialmente Responsables” han conseguido que las empresas modifiquen su comportamiento para tener menor impacto ambiental, o tengan en cuenta las consideraciones medioambientales y sociales.
  • Las marcas con el gobierno Se ha mal empleado el significado de la palabra “lobby” atribuyéndole connotaciones poco transparentes. La relación de las empresas con los gobernantes de un país es la de alimentar de información a todas las partes afectadas y buscar una solución consensuada en todos los públicos. Es al contrario de lo que se piensa, las marcas dotan de información técnica a las personas que deben de tomar las decisiones que impactan en la sociedad para que puedan llegar a determinar con conocimiento de causa las futuras líneas sociales sin afectar a nadie. La época de ocultar los datos para ser más competitivo ha quedado en el pasado debido a que, en una economía colaborativa, la información es de todos. 




  • Las marcas con la sociedad Nos encontramos ante un cambio de paradigma gracias a la democratización de Internet. Hoy podemos alzar nuestros comentarios y opiniones a toda la sociedad. Las empresas por su parte han entrado en el cambio de la economía de la reputación, en la que se encuentran valoradas por todos los grupos de personas con las que se relacionan y ello marca su crecimiento o las correcciones que deben hacer para ser más competitivas en el mercado. Estos dos fenómenos de comportamiento son consecuencias de la Economía del Bien Común según la cual las actividades económicas deben servir a los intereses generales y en general al bien común o bien público. Los límites de las marcas se encontrarán en cuanto deben asumir la responsabilidad de considerarse puentes entre la sociedad y las empresas. 



Nos encontramos en un momento en el que ya podemos decir que no a las marcas y que las marcas nos puedan decir que no al mismo tiempo. Sabiendo nuestros propios límites podremos avanzar colaborativamente. Yo tengo marcas que me apoyan en las cosas que no puedo hacer o alcanzar y considero que también apoyo a otras marcas recomendándoles cómo me deben tratar (como consumidor, cliente, empleado, proveedor, accionista o como su vecino). ¿Conoces tus límites? ¿sabes decir que no?... Solo sabiendo quién eres y cuáles son tus límites podrás decir que sí o que no. Los límites se fortalecen a través del uso inteligente del derecho de decir no y de la decisión responsable de decir sí.

Lecturas de interés:


Augusto Leiva
Inquieto, creativo, fiable y resolutivo que primero escucha, entiende, dialoga y produce marcas. Mira Shin Chan en la comida y le gusta escuchar, producir y crear historias.