Necesidad de entender a las generaciones


¿Has probado enseñarle a usar Snapchat o Periscope a tus padres o abuelos? Muy aparte de pasar un rato interesante y entretenido con tu familia utilizando estas nuevas aplicaciones, descubrimos que la utilidad o el valor que nuestros padres o abuelos puedan dar a estas aplicaciones no son las mismas que le pueden dan nuestros hermanos menores o amigos mucho más jóvenes que nosotros. Aquello no es bueno o malo, es una evidencia de que las nuevas generaciones buscan sus propias herramientas de comunicación y de interconexión que las identifique y que vaya de acorde con la forma en que ven las cosas.


Sin embargo, en ocasiones nuestra reacción frente a las propuestas de las nuevas generaciones no suele ser la correcta y preferimos quedarnos dentro de nuestra zona de confort. Esta reflexión me viene a la mente debido a que en estos meses he presenciado dos posturas erróneas en el “hacer” y “decir” de una generación a otra y que han fortalecido las diferencias entre nosotros en lugar de convivir mutuamente:



1. Comportarte como alguien que no eres



El primer error que veo es “el comportarnos como ellos” (o como si tuviéramos 15 años menos) dejándonos llevar por la moda y quedando como poco válidos o sinceros con nosotros mismos y también para los demás. Un ejemplo de esta acción poco acertada lo encontramos en España en plenas campañas electorales de diciembre de 2015. Uno de los dos partidos más clásicos, conservadores y con más años en España, en vista de la incursión de dos nuevos partidos más jóvenes en la escena política, intentó captar la atención del público joven bajo su campaña “Piensa sin prejuicios” en donde intenta argumentar que también “los hipsters” tendrían razones para elegir al partido. 


El anuncio, fuera de causar cierta empatía, generó muchas opiniones encontradas debido a que es un partido tan conservador que se distancia mucho de cómo perciben la realidad las nuevas generaciones. Esta acción, en lugar de acercarse a un colectivo, refuerza la diferencia de edad de ambas agrupaciones: el partido político y los hipsters.


2. Subestimar a los otros grupos

El segundo error es el de subestimar a las generaciones nuevas obligándolas a pensar y actuar como nosotros desconociendo las razones por las que presentan nuevas propuestas comunicativas totalmente ajenas a nuestro proceder.

Un ejemplo reciente lo encontramos hace unas semanas cuando un periodista de uno de los medios impresos más conocidos de España, decide realizar una entrevista al El Rubius, el 4º youtuber más visto del mundo. El periodista en lugar de mostrar un perfil imparcial del entrevistado o de mostrar nuevas facetas o perfiles contextualizándolo dentro del nuevo fenómeno de comunicación social, escribe sobre el youtuber desde un ángulo de reproche, subestimando su forma de comunicar o de cómo el entrevistado ve el mundo que le rodea (ver la entrevista completa). Lo que no se esperó fue que el entrevistado, utilizando su mejor herramienta de comunicación social (YouTube) respondió a la entrevista publicada contando su versión de la entrevista y manifestando su inconformidad:



Creo que ambos ejemplos demuestran que no se puede jugar a ser auténtico, ni juzgar lo que no entiendes (incluso cuando aquello sea 10 ó 15 años menor que tú). Sin duda las marcas tratadas en ambos ejemplos, con el objetivo de lograr más votos o más lectores, no han sabido respetar a las nuevas generaciones y ello no le hace nada bien a su consistencia de marca.

En contraparte, vemos que si hay ejemplos de marcas que han sabido entender el paradigma de las nuevas generaciones y han cambiado no solo su comunicación, sino la forma de operar para generar empatía. Por ejemplo tenemos a la marca Samsung en su línea de telefonía móvil o celular que ha sabido adaptarse con los constantes cambios y demandas generacionales logrando situarse dentro de las mejores marcas de telefonía móvil del planeta:


Es fácil hablar de marcas como Apple o Samsung cuando la comunicación de tecnología está de moda y es una demanda social actual. Pero ¿si cambiamos de mercado con otro ejemplo similar? ¿qué les viene a la cabeza cuando pensamos en la marca Cadillac?, marca ligada a la tradicionalidad y a personas un tanto mayores; sin embargo, en su reciente campaña Dare Greatly encontraremos lo siguiente:



La marca nos cuenta que el lujo se trata de romper esquemas, salir de lo tradicional, arriesgarse por una pasión y vivir nuevas experiencias. Le seguiremos la pista a la marca para ver qué otros ejemplos del “hacer” y del “decir” nos muestra bajo su concepto Dare Greatly.

Son muchos ejemplos de marcas como Correos y su obligada digitalización o Bonafont que dejó de racionalizar su comunicación y empezó a humanizar a la marca y hablar de personas y sus pasiones (comunicación antigua y nueva comunicación). Así como estas dos, existen muchas otras marcas que se encuentran cambiando su formato para dialogar (y no solo emitir mensajes) con los nuevos públicos.

Vivimos en un cambio de época donde las reglas que nos enseñaron en casa, en el colegio, universidad o en nuestros primeros trabajos se encuentran cambiando o redefiniendo por las nuevas generaciones. Antes de pararnos a emitir nuestra postura tajante al rechazo y juzgar lo nuevo como malo o inferior, debemos de entender porqué salen estas nuevas propuestas comunicativas, incluso aunque para nosotros no tenga valor. 

Debemos de adentrarnos con respeto para entender el contexto y proponer alternativas que unan a generaciones en lugar de realizar un bullying o discriminación generacional; y quedarnos con el aprendizaje y entender las motivaciones de las personas para construir conexiones, empatía, creencias compartidas e identificación con las personas, con los grupos, con las generaciones y con las marcas. Nos quedamos con una frase de C.J. Jung donde indica que "Pensar es difícil, por eso la gran mayoría de la gente prefiere juzgar"

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