Be real. Be kind. Just be: De la meditación zen al liderazgo disruptivo


Respira hondo... Cuando la moda lo devora todo, lo trivializa todo, lo iguala todo, es bueno volver a los orígenes y recordar que lo auténtico, lo verdadero, nunca muere. El Mindfulness light casi acaba con la ancestral sabiduría ejecutiva que alberga la meditación zen. El ansia neocon ha hecho del Mindfulness un producto más de relajación que de acción, de sumisión que de rebelión, y el zen no puede confundirse con eso. Si queremos que el zen entre hasta el último rincón de las empresas deberá ser de la mano del liderazgo disruptivo y no de un fluir sólo especulativo. 

Mindfulness vs. Meditación zen. El Mindfulness de Jon Kabat-Zinn ha cumplido su función, nos ha permitido a los occidentales una introducción suave y normalizada a las enseñanzas meditativas más asépticas, pero no podemos confundir la leche descremada con la leche fresca de vaca recién ordeñada. Sí, todo es meditación, pero no todo nos deja el mismo sabor. Es más, las derivadas menos rigurosas con el legado de Jon arriesgan peligrosamente a una mera escenificación de la calma y el pensamiento positivo, que no digo que no convengan en la empresa, pero que, en todo caso, poco aportan a otras disciplinas ya harto conocidas. 

La meditación zen en la empresa puede y debe, en mi opinión, aspirar a mucho más si no quiere quedarse igualmente confundida como una técnica más para desestresarnos momentáneamente. No son pocas las empresas que me han confesado personalmente que tras un curso de Mindfulness “la gente ha salido muy contenta”, pero que cuando el lunes siguiente los participantes han tenido que volver al trabajo ordinario y afrontar un pequeño conflicto o una gran negociación, la “magia” se ha perdido. Mucho teórico “samadhi” y poco “satori”. 

Si queremos recuperar el zen para la empresa en su estado más puro podemos apoyarnos en la Gestalt y dar así el salto de actualidad que merece una tradición inmemorial que nunca ha renunciado a la sabiduría ejecutiva, a la confrontación disruptiva, a un liderazgo tan comprometido con uno mismo como con el equipo, la empresa y la sociedad. Veamos pues cuatro apuntes prácticos de primera instancia de por dónde podría ir la cosa (o por lo menos por dónde la llevamos nosotros en nuestros Cursos) 

Meditación es atención. Sólo una buena gestión de nuestra atención nos garantiza una buena gestión del cambio. La atención no puede continuar siendo un subproducto residual de nuestros ideales meramente teóricos, de nuestras ideologías aprendidas, de nuestras creencias heredadas y nuestras actitudes flamencas. La atención debe ser el principal foco de nuestra energía, puesto que sólo ella nos procurará el “darnos cuenta” de lo mediatizadas que están todas nuestras interpretaciones, todas nuestras relaciones, tanto laborales como personales. 

La atención moldeará entonces nuestra actitud hacia el agradecimiento, la aceptación de nuestras creencias estimulantes (y reciclaje de las limitantes) y la consolidación de nuestros verdaderos valores fortaleza en consonancia con los principios de toda la humanidad. 

Meditación es concentración. La práctica de esa atención plena (que sin duda requiere ser ejercitada a diario) nos llevará en volandas a la concentración en causas y no en efectos. 

Dejaremos de querer corregir las circunstancias, lo que nos lleva a la necesidad de un hipercontrol desquiciante con imprescindible huida por la puerta de atrás hacia la hiperactividad sin sentido y/o los sedantes de todo tipo (alcohol, somníferos…) sin mesura. 

Abandonaremos la cháchara y las entelequias del pensamiento siempre positivo en favor del pensamiento útil aquí y ahora. Y, lo más importante, nos centraremos en nuestra responsabilidad, en las repetidas causas de nuestro desasosiego: el cuerpo emocional que nos pide espacio para sentir más allá del círculo neurótico que no nos deja descansar. 

Meditación es presencia aquí y ahora. Atención y concentración en el aquí y ahora, en nuestra respiración, en el aliento de este instante. Nuestra respiración condiciona nuestra actitud. El perfeccionismo irritante lleva a la hiperventilación. La prepotencia a frecuentes apenas de las que ni tan siquiera nos damos cuenta. Y así sucesivamente. Respirar conscientemente nos cambia la vida, porque nos cambia la actitud, la actitud conforma la intención, y la intención la acción, que, a su vez condiciona directamente la reacción del prójimo. Sí, sí, tal vez convenga volverlo a leer, no es un juego de palabras, es una realidad que nuestro aliento, nuestro ánimo, cambia el mundo que nos rodea. 

La calma, la serenidad, la entereza y la integridad arrancan del respirar agradecimiento, porque de ahí nace todo. El agradecimiento nos conduce inexorablemente a la amabilidad, incluida la amabilidad con nosotros mismos, y esa amabilidad es la que nos procura la tan necesaria aceptación que es además imprescindible para alcanzar la autenticidad. Y ser auténticos, ser de verdad, es la única vía para realmente vivir en presente compasivo. Y entonces… Qué descanso! Qué delicia!! Dejar de tener que controlarlo todo, dejar de tener que recurrir a sedantes y adicciones para sólo ser, sentir plenamente. Esto es vida!! 

Meditación es liderazgo de vida. Atención, concentración, auténtica presencia esas son las bases de la sabiduría ejecutiva, de la sabiduría zen que nos permite afrontar esta nueva era del cambio y la incertidumbre con otro ánimo. Y ahí, ahí es donde uno puede encontrar el éxito, la felicidad. Porque como dice el aforismo: ser feliz es muy sencillo, lo difícil es ser sencillo. 

De la sencillez, del prestar atención a lo que acontece, de no salvar ni condenar sino de gestionar nuestra responsabilidad en el aquí y ahora, nace el liderazgo disruptivo, el liderazgo hacker, que proclaman ahora los anglosajones, sin saber, que ese liderazgo ya lo intuyeron algunos orientales hace 2500 años. 

Be real. Be kind. Just be. Y nada te sorprenderá tanto como tu capacidad para liderar tu vida, tu equipo, tu empresa, tu mundo.


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